¿Cuántos de nosotros nos hemos levantado un día pensando que, durante la noche, nos habían cambiado "el tablero de juego" a nivel profesional?
Me refiero a la sensación de estar en una partida atesorando varias cartas (algunas realmente buenas) logradas y cuidadosamente guardadas durante años y encontrarse de repente con un tablero diferente en el que muchas de nuestras apreciadas cartas no sirven y con que además necesito conseguir otras totalmente nuevas para poder continuar en la partida.
No solo ha cambiado el tablero, también lo han hecho las reglas del juego, las figuras y las cartas. Se trata de una nueva realidad en la que la figura del "Senior" te coloca automáticamente entre dos opciones principalmente: la de volver a la casilla de inicio o la de cambiar de estrategia para seguir avanzando desde donde estás.
Por supuesto, puedes cerrar el tablero, o pasar turno. Pero no parecen las mejores opciones. Sobre todo, porque la vida no es tu Scattergories, y no te lo puedes llevar cuando quieres… En mi caso, decidí seguir jugando y explorar el nuevo tablero para entender cómo moverme en él.
Después de muchos webinars, sesiones de coaching, conversaciones con otros profesionales, con amigos y familiares, varios libros buscando mi Ikigai y meditaciones de diversa índole, he llegado a la conclusión de que nadie me va a dar las respuestas, pero sí pistas para elaborar mi propia estrategia personalizada de juego. Es decir, centrarme en la parte en la que puedo ejercer una acción, una actitud activa.
Para eso hacen falta nuevas reglas, así que decidí elaborar un decálogo para seguir en la partida. Éste es “El decálogo del senior”: nuevas reglas, nuevas formas de jugar:
Sería perfecto que este "Decálogo del sénior" viniera respaldado por una flexibilización del mercado laboral, ya que podría abrir muchísimas puertas como ocurre en otros países. Es el caso de Alemania, donde es posible combinar trabajos de menos horas, por cuenta ajena con autónomos, minijobs e incluso, ya de pensionista, complementando la pensión.
A nadie se le escapa que las "reglas del juego" han cambiado. La mayoría de mi generación tenía un jefe de 50 años cuando tenía 30 años. Ahora, ya entorno a los 50, no es extraño trabajar para jefes que tienen 30 años o menos. Usan otro lenguaje, otras herramientas, piensan de otra manera, pero no son incomprensibles.
Convertirse uno, por fin, en su propio jefe podría ser también una interesante estrategia... Es cuestión de cambiar las reglas para seguir en la partida.
Autora: Victoria Herves, Wholesale & Retail Senior Expert.