Crecimiento personal para una vida plena

Crecimiento personal para una vida plena


Todos aspiramos al crecimiento personal para tener una vida plena y feliz. ¿Pero qué entendemos por crecimiento personal? ¿El crecimiento personal es lo mismo para una persona que para otra? Estas preguntas nos recuerdan que el crecimiento personal es eso, personal, por lo que es cada persona quien debe definir lo que significa para ella ese crecimiento y decidir la dirección que desea emprender. Por eso has de tener claro que cuando pienses en tu crecimiento personal, no debes atender a fórmulas mágicas ni remedios únicos que dicen servir para todos, sino que eres tú quien tiene que buscar su propio camino.

El crecimiento personal requiere, primeramente, un trabajo de autoconocimiento que se inicia con una indagación y una búsqueda interior. Y solo una vez que se ha indagado y buscado en el interior, es posible definir la dirección de crecimiento que se quiere fijar. Es, tras esa búsqueda y definición de la dirección de crecimiento, cuando se puede aspirar a encontrarse con uno mismo. No es posible encontrarse con uno mismo, encontrar sentido a la vida, si antes no se ha buscado y ha definido una dirección.

No hay una talla única para todos respecto a la dirección de crecimiento, que ha de ser fijada por cada uno. Sin embargo, a la hora de abordar el crecimiento personal, sí que existen una serie de etapas que toda persona debería trabajar personal e individualmente si desea conseguir una vida con sentido, una existencia plena. Si deseas saber qué etapas debes tener en cuenta para conseguir tu propio crecimiento personal, sigue leyendo.

Etapas del crecimiento personal

No te engañes. Todo crecimiento y desarrollo personal comienza desde el interior para salir posteriormente al exterior. Todo lo que realice el camino inverso, de afuera hacia adentro, solo te provocará una sensación continua de vacío y de frustración, además de dejarte exhausto. Por eso, aunque tú tengas que trazar tu propio camino, existen unas etapas desde ese interior propio al exterior que debes recorrer para encontrarte a ti mismo, dar sentido a tu existencia y tener una vida plena y feliz.

1. Los cimientos. Todo lo que permanece posee unos cimientos fuertes y robustos. Los cimientos son esas partes interiores, que no son apreciables a simple vista, que tardan en construirse, pero que una vez edificadas, te sostienen firme ante cualquier circunstancia. Lamentablemente, en un mundo dominado por las apariencias, resulta más fácil y atractivo trabajar los ornamentos superficiales, y eso te hace endeble en tu propósito y provoca una imposibilidad real de un crecimiento personal y una vida plena y feliz.

Pero ¿cuáles son los cimientos fundamentales sobre los que has de edificar tu crecimiento personal? Son tres fundamentales que se realimentan y que, por lo tanto, han de estar alineados y reforzarse, pues de lo contrario vivirás en una constante y paralizante contradicción.

  • El propósito. Tu primer y fundamental cimiento es el propósito. Todo comienza por él. El propósito es la respuesta que te proporcionas a la pregunta de ¿para qué estás en el mundo? Gracias a esa respuesta, te provees de una idea de destino, de un fin al que tender en tu vida. El propósito delinea un futuro hacia el que caminar, y lo dibuja de una manera personal y única, que no le interesa ni le corresponde nada más que a ti. El propósito te mantiene la mirada firme, te otorga perspectiva y contexto para dar sentido a tu vida.
  • El temperamento. El temperamento es la predisposición innata y natural que posees a la hora de interactuar con tu entorno y con los acontecimientos que te suceden. El gran riesgo con el temperamento es pensar que es algo que puedes controlar a tu voluntad. El temperamento es innato y surge de manera instintiva y espontánea. Por eso, el segundo paso para tu crecimiento personal es conocer los distintos tipos de temperamento (ejecutivo, relacional, reflexivo y profundo) y reconocer tu temperamento dominante y tu temperamento secundario. Una vez que los has reconocido, sabrás qué tipo de actividades y situaciones potenciarán sus características positivas, y cuáles debes evitar para no provocar que aparezca el envés negativo de tu temperamento.
  • Los valores. La tercera pata de los cimientos son tus valores. Nadie puede vivir, y de hecho ninguna persona lo hace, sin valores. Puede que estén ocultos, pero nunca dejan de estar. ¿Por qué? Porque los valores responden a la pregunta ¿qué es lo importante para ti? Cada respuesta es un valor que marca tu criterio, tus decisiones y te recoloca en tu rumbo. Pero, efectivamente, no todo el mundo, o más bien casi nadie, ha explicitado sus valores y los ha ordenado, por lo que muchos de los valores pueden estar escondidos e impedir el crecimiento personal y la vida plena y feliz. La buena noticia es que los valores se pueden definir y elegir. Son una elección personal. Debes seleccionar tus diez valores prioritarios y jerarquizarlos para que ellos marquen lo que es o no importante y, a través de ellos, tomes tus decisiones.

2. Las ventanas al mundo. Como ocurre con los edificios, que poseen sus propios cimientos, también tú has construido los tuyos. Pero igual que las edificaciones, posees unas ventanas desde las que miras al mundo, te asomas a él y tomas una perspectiva de ese exterior. Con tu crecimiento personal sucede exactamente igual. Cuentas con dos ventanas con las que miras el exterior y te adentras en él. Si no las trabajas, tus cimientos no podrán desplegarse adecuadamente en el exterior.

  • Las creencias. Últimamente has oído hablar mucho sobre las creencias, por eso conviene aclarar qué son y para qué sirven. Una creencia es una combinación de una idea y una certeza. Cuando tienes una creencia, tienes una idea sobre algo y una certeza que sostiene esa idea. Sin embargo, esa certeza no tiene por qué ser algo objetivo. De hecho, casi nunca lo es. Muchas de esas certezas nacieron de experiencias e influencias pasadas que no tienen base y que, a pesar de ello, tú las interpretas como si fueran inapelables. Esa es la razón por la que las creencias son uno de los principales frenos a la hora de abordar el crecimiento personal. Las creencias se instalan en tu subconsciente y sirven para ahorrarte trabajo a la hora de tomar decisiones. Suelen responder a la fórmula de “Si sucede esto… entonces será esto otro”. Así que las creencias son quienes te invitan a fijarte en una parte de la realidad y no en otra, y a interpretarla de una manera muy determinada. Por eso, las creencias marcan en buena parte la realidad en la que vives. Para evitar sabotearte, creer y confiar en ti mismo, y lograr un crecimiento personal, es importante sacar esas creencias de tu subconsciente, hacerlas conscientes y saber cuáles están potenciando y cuáles están frenando tu propósito. Las que frenen tu propósito tienen que ser desactivadas y, sobre ellas, construir unas nuevas creencias.
  • Las motivaciones. Las motivaciones son el empujón final, son las causas y razones que te ponen en movimiento, y responden a la pregunta de ¿por qué? Una vez que has definido tus cimientos y renegociado tus creencias, necesitas ponerte en movimiento, caminar hacia ese propósito, y eso solo puede hacerse a través de las motivaciones. Debes tener en cuenta que las motivaciones son intrínsecas y extrínsecas. Unas provienen de tu interior y son consecuencia natural de tu temperamento, por lo que no podrás modificarlas, y otras son exteriores y tú mismo puedes crearlas. De esta manera, es importante que fijes cuáles son las diez razones que te mueven y que aclares las que son consecuencia de tu temperamento y las que puedes fijar, así como cuáles son las que te mueven hacia tu propósito y las que te alejan. Solo teniendo claridad en tus motivaciones puedes moverte hacia una vida con sentido, una vida plena y feliz.

3. El despliegue vital. Tu crecimiento personal, tu vida plena y feliz, necesita del despliegue vital. De nada sirve haber edificado tus cimientos robustos y definido tus ventanas al mundo si, posteriormente, no los despliegas en todos y cada uno de los ámbitos de tu vida. Has de convertir eso que es potencia en acto. Si fueras un pintor, supondría trasladar al lienzo en blanco todo lo que tienes en tu interior. Para ello, es importante contemplar cuatro pasos:

  • Las preguntas fundamentales. Deberás hacerte una serie de preguntas fundamentales en cada una de tus dimensiones vitales para conocer cuánto de lejos o de cerca estás de tu meta fijada y la prioridad que tiene en tu vida. Un grupo de preguntas refieren al encaje de tu meta fijada con tu propósito, tu temperamento, tus valores, tus creencias y tus motivaciones. Otro grupo de cuestiones se relacionan con los aspectos clave que necesitas para cumplir esa meta, en concreto, las competencias, los conocimientos, los recursos, las relaciones y las actividades que debes realizar.
  • Las dimensiones vitales. Tu vida se construye en una continua interrelación entre tus dimensiones vitales. Si atiendes una y desatiendes otra, rompes tu particular equilibrio y quiebras ese crecimiento personal. De ahí la importancia de examinar todas esas dimensiones, fijar en ellas una meta y responderse a las preguntas fundamentales. En esas dimensiones vitales, has de contemplar tu físico/salud, tus relaciones sentimentales, tu familia, tus relaciones sociales, tu desarrollo intelectual, tu trabajo, tu ocio, tu economía y tus finanzas, tu contribución social y tu trascendencia.
  • Áreas de actuación. Debes ser consciente de que es imposible abordar todos tus proyectos de una sola vez. Has de priorizar, por eso es recomendable fijar cuáles de todas esas metas son las que ahora mismo resultan más importantes para sentirte pleno y feliz, y cuanto de cerca estás de lograr esas metas. De esa combinación de relevancia y distancia de las metas podrás extraer tus prioridades.
  • Acción. Por último, para pintar ese lienzo en blanco con tus cimientos y tus ventanas al mundo, has de fijar acciones que te lleven a conseguir tus metas y explicitar el tiempo que te das para conseguirlas, y cómo evaluarás si las has logrado o no.

4. Mantenerse en el propósito. Estás acostumbrado a escuchar que es más difícil mantenerse que llegar. Ciertamente, una vez alcanzado el fin, es complicado permanecer con la misma intensidad y no despistarse con novedades y presiones que desde tu exterior te llevan a desviarte del camino. Por eso, una parte fundamental del crecimiento personal es mantenerse en esa vida que tú has definido. Para ello, es importante que contemples tres aspectos relevantes.

  • La convicción. Estar convencido es ser consciente de las señales que te dicen que lo que intentas no es posible, y una vez consciente de ellas, ignorarlas. Quien está convencido se procura certezas a sí mismo que le llevan a tender hacia lo que otros consideran imposible. La convicción es un aliado esencial para mantenerte en tu propósito. Nadie que no posea convicción puede mantenerse firme en su intención. Para desarrollar la convicción, es importante que nunca pierdas de vista tu marco que componen tu propósito, tus valores, tus motivaciones, tus metas y tus acciones. Además, has de procurarte rituales, cuidar el lenguaje interior con el que te hablas, fijarte límites, asociar sentimientos muy determinados a tu propósito y desarrollarte intelectualmente. Finalmente, es recomendable buscar referencias tanto internas como externas que refuercen tu propósito.
  • El compromiso. Comprometerse es obligarse a algo, contraer un deber hacia alguna cosa. Quien se obliga y contrae un deber, se mantiene porque ha de responder a una responsabilidad. El compromiso se construye en una combinación de pasado, presente y futuro. Las decisiones pasadas te comprometen, por lo que has de revisarlas para saber si realmente es necesario sostener dicho compromiso. En el presente es donde el compromiso se hace material a través de unas metas que debes tener claras. También es conveniente que te procures logros rápidos y recompensas cada poco tiempo, así como encontrar un equilibrio entre mantener algunos hábitos y romper otros. En el futuro es donde comienza tu compromiso, porque cuando te comprometes con algo, ese algo todavía no está logrado, está en el futuro. Así que el futuro es fuente de compromiso. Debes visualizar claramente el porvenir, dibujarlo de manera atractiva, reservarte en él un papel importante y buscar referentes que recorrieron un camino similar al tuyo. Por último, el compromiso necesita claridad. Esta claridad proviene de aclarar las normas que te autoimpones para ser feliz, negociarlas si es necesario, y descubrir cuánto tiempo pasas en tu zona de influencia y cuánto en tu zona de preocupación.
  • El talante. Así como el temperamento es la predisposición innata y natural hacia el entorno y los acontecimientos que te suceden, el talante es la disposición hacia las cosas, por lo tanto, es posible moldearlo y practicarlo. El talante es quien te permite buscar intencionalmente el sentido a la vida. Pero cuando se habla de talante, es importante que definas hacia qué vas a mostrarte dispuesto. Te recomendamos que cultives el talante en estos aspectos: la osadía, el optimismo, la mentalidad de aprendizaje, la flexibilidad, el ir un paso más allá, la repetición, el descanso, la autocompasión controlada, el gustarte, la mentalidad de abundancia y la gratitud.

El crecimiento personal es algo deseado por todos, pero has de tener claro que solo tú puedes fijar tu propio camino porque no hay fórmulas únicas, aunque sí existen una serie de etapas por las que cualquier persona ha de discurrir para tener una vida con sentido, plena y feliz.

Toda esta información ha sido extractada del Programa MAPA PERSONA. Si quieres más información entra en www.elfactorpersona.com y conoce lo que el Programa MAPA PERSONA puede hacer por ti.

Artículo escrito por El Factor Persona