Amazonia en el centro, el clima en pausa: lo que dejó la COP30

Amazonia en el centro, el clima en pausa: lo que dejó la COP30

La COP30, celebrada en Belém, en plena Amazonia brasileña, se presentaba como “la COP de la verdad”, el gran momento para pasar de las negociaciones a la acción. Brasil había elegido un escenario cargado de simbolismo: una región que concentra biodiversidad, fragilidad extrema y la evidencia más cruda de que el planeta está al límite. No era solo una sede: era una advertencia. Desde meses antes, se hablaba de que esta cumbre debía ser decisiva, una oportunidad única para evitar un punto de no retorno y encender un cambio real en la trayectoria climática.

La realidad, sin embargo, ha sido más compleja. Las dos semanas de negociación avanzaron entre incendios —literalmente, con un suceso que obligó a evacuar el recinto—, presiones geopolíticas y tensiones que retrasaron la presentación del acuerdo final más allá del plazo previsto. Y, como ya es habitual, la resolución final ha sido calificada como un acuerdo de mínimos: suficiente para evitar el fracaso, insuficiente para estar a la altura del desafío.

Desinformación climática

Hubo avances significativos que conviene reconocer. La protección de los bosques tropicales y de las comunidades que dependen de ellos fue uno de los puntos más sólidos. Brasil impulsó una agenda anti-deforestación que refuerza la idea de que sin Amazonia no hay clima posible. También se aprobó un marco global de indicadores para medir la adaptación climática, un paso que llevaba años bloqueado. Y por primera vez en una COP, se reconoció formalmente el problema de la desinformación climática, subrayando la necesidad de combatir narrativas falsas y proteger a quienes informan con rigor: periodistas ambientales, científicos y divulgadores.

Es especialmente relevante este punto porque la propia COP puso en evidencia que la batalla climática también es una batalla comunicativa. En un ecosistema donde las fake news erosionan la voluntad colectiva y donde las empresas se enfrentan a un escrutinio creciente, la integridad de la información deja de ser un elemento accesorio y pasa a ser un pilar de gobernanza climática. La sostenibilidad necesita una narrativa honesta, trazable y basada en evidencia. Y este reconocimiento forma parte de un cambio de paradigma en el que cada vez es más evidente que sin verdad no habrá transición.

Ahí encaja el enfoque de comunicación regenerativa, una línea de trabajo que va ganando peso: no se trata solo de contar lo que se hace, sino de reparar la confianza, movilizar a las personas y transformar la cultura empresarial y social. Un enfoque ético, coherente y empoderado, que conecta con muchas de las prácticas que profesionales de la comunicación venimos impulsando desde hace años. La COP30 no solo plantea qué debemos hacer, sino también cómo debemos contarlo: con transparencia radical, con responsabilidad y con vocación de servicio público. 

Ausencia de una hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles 

Pero junto a estas luces, las sombras de la COP30 son imposibles de ignorar. La más significativa: la ausencia de una hoja de ruta clara para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Más de 80 países presionaron para incluir este compromiso, pero la resistencia de los estados productores, unida a las inercias geopolíticas, volvió a bloquear una decisión que la ciencia considera inaplazable. Resulta especialmente frustrante porque solo una COP —la de Dubái, en 2023— ha mencionado explícitamente los combustibles fósiles en sus textos, y la oportunidad de consolidar ese avance se ha perdido.

Tampoco se han concretado compromisos sólidos de financiación. Se habla de movilizar al menos 1,3 billones de dólares anuales hasta 2035, pero sin claridad en los mecanismos, en los plazos ni en la distribución real. Para los países más vulnerables, esto significa seguir dependiendo de promesas sujetas al vaivén político.

Probablemente, la parte más transformadora del acuerdo es el incipiente Mecanismo de Transición Justa y el nuevo Gender Action Plan, que aspiran a que la transición energética no deje atrás a trabajadores ni a comunidades y que incorpore de manera efectiva la perspectiva de género. Sin embargo, como otros elementos del acuerdo, carecen de carácter vinculante.

El papel del talento senior en la transición verde

En paralelo, hay un aspecto que empieza a tomar relevancia y que apenas se menciona en los análisis técnicos: el papel del talento senior en la transición verde. Porque si algo demuestra la COP30 es que la sostenibilidad no es solo un asunto de tecnología, sino de capacidades humanas. La transición ecológica necesita experiencia, visión integradora, capacidad de negociación, pensamiento crítico y habilidades para gestionar la complejidad. Necesita perfiles capaces de conectar agendas, impulsar alianzas, facilitar procesos y comunicar con rigor. Y ese perfil coincide plenamente con profesionales senior cuya trayectoria aporta madurez, criterio y capacidad de acompañar cambios profundos.

La economía circular, la adaptación, el reporting ESG, los planes de descarbonización, la comunicación climática o la gestión de impacto social son ya ámbitos donde la experiencia es un activo imprescindible. La transición verde también es —debería serlo— una transición laboral y generacional, donde el talento más experimentado aporte solidez y continuidad.

La COP30 deja claro que el tiempo de las declaraciones solemnes se está agotando. Avanza la crisis climática; no avanza al mismo ritmo la respuesta política. El desafío no es solo técnico: es ético, narrativo, social y económico. Y exige liderazgo distribuido. Los avances en bosques, inclusión social, adaptación e integridad informativa son importantes, pero no bastan para un planeta que ya vive en estado de emergencia.

Las cumbres importan, pero más importa lo que ocurre el día después. Y ahí será decisivo el papel de empresas responsables, ciudadanía informada, medios comprometidos y profesionales —también senior— capaces de impulsar cambios reales. La sostenibilidad no es un futuro posible: es un presente inevitable.

Y lo que hagamos hoy determinará el mundo que tendremos mañana.

 

Pilar Marqués, PhD. Consultora Senior en Comunicación, Estrategia y Sostenibilidad. 

Profesora en UDIMA, Univ. Nebrija, UNED y ESIC. Formadora del Programa SAVIA Green