Si no apuestan por los seniors, se equivocan

Si no apuestan por los seniors, se equivocan

El mito de la energía vital

A mediados del siglo XIX se creía que cada ser humano tenía una cantidad finita de energía vital que se iba consumiendo. Energía vital que, por cierto, no daba para mucho en aquella época. Se suponía que quien se cuidaba y administraba bien esta energía vivía más. Y quien cometía excesos y desperdiciaba esta energía vivía menos. Los avances científicos del siglo XX han cambiado esta creencia y nos han regalado un prodigioso alargamiento de la esperanza de vida. Y, al tiempo, la sociedad occidental, en particular, ha sido capaz de establecer un relato social para acompañar este fenómeno, estableciendo una vida por etapas. En las primeras, protegiendo a los más jóvenes y regalándoles una educación. En las últimas, protegiendo a los más mayores y regalándoles un descanso. Hemos de reconocer que es un modelo brillante, pero incompleto. Incompleto, sobre todo, porque en este modelo persiste la hipótesis del siglo XIX al asumir que los mayores han “agotado su energía vital” y lo único que pueden y desean hacer es “reposar”.

¿Se siente usted mayor?

En Estados Unidos han hecho esta pregunta a miles de personas y la respuesta no puede dejarnos indiferentes. Solo el 35% de los mayores de 75 años entrevistados han reconocido sentirse mayores. Y, por supuesto, el objetivo de “reposar” no aparece en el “top 10” de sus prioridades. Aunque no con tanta profundidad, también se ha preguntado a gente joven a partir de qué edad consideran ellos que una persona es mayor. El resultado pone a las personas de 50 años en el rango de la vejez, ajuicio de los jóvenes. Está claro que tenemos un problema. Si a los jóvenes una persona de 50 años les empieza a parecer “vieja”, mientras que esta misma persona de 50 años al menos durante 25 años más se va a considerar a sí misma joven, es evidente que existe una fractura de percepciones. La Sociedad, en su conjunto, necesita un nuevo relato paravolver a ensamblar las distintas etapas de la vida.

Motivos para la preocupación

Los que ahora rondamos los 50, los que hemos conocido la EGB, hemos tenido un relato. Mejor o peor, pero un relato a través del cual nos han inculcado respeto por muchas cosas. Y, en particular, por los “mayores”. Han sido pieza clave. Había un fondo de profundo reconocimiento y agradecimiento que ahora se está difuminando. Es más, estamos evolucionando del respeto por los “mayores” a su aislamiento y abandono. Y, desde edades cada vez más tempranas, las personas están sufriendo la impotencia de ser expulsadas del modelo productivo que nos sostiene entre críticas por su “falta de flexibilidad, elevado coste, reducido nivel de digitalización, escasa aportación a los resultados empresariales, …”. ¿Motivos para la preocupación? Sin duda. Una gran parte de nuestra sociedad está siendo injustamente estigmatizada por otra parte de la sociedad que, literalmente, se está disparando al pie porque, es ley de vida, algún día también serán “mayores”. Este reto no se define en términos de “mayores contra jóvenes”. La solución es intergeneracional. 

Un doble error de cálculo

Con estos mimbres estamos tratando de afrontar el primer cuarto del siglo XXI. Y, la verdad, con poco éxito. El modelo del siglo XX, independientemente de si los mayores lo encontraban más o menos confortable, parecía sostenible. Las contribuciones de la vida laboral daban para alimentar, aunque fuera de forma modesta, una renta y un modelo sanitario para los mayores en los años, pocos, que les quedaban por vivir tras su jubilación. Pero estos “pocos años” se han ido estirando cada vez más, estando la esperanza de vida en nuestro país situada en estos momentos casi 20 años más allá de la edad de jubilación. Y por otra parte y no menos preocupante, nuestro modelo productivo está expulsando a la población de más edad cada vez más jóvenes. El no preparar nuestras estructuras sociales para esta mayor esperanza de vida ni nuestras estructuras productivas para mantener a las personas en situación de actividad, se están convirtiendo en un doble error de cálculo que nos va a costar caro si no lo resolvemos.

Un director de Recursos Humanos que había finalizado con éxito una regulación de empleo que había acabado con la población de mayor edad de su compañía con cierto humor justificaba su propio y reciente despido: “es que yo también he cumplido los 50”, decía. Desgraciadamente, esta visión cortoplacista supone “un auténtico suicidio” para nuestro maltrecho sistema productivo.

Sean ustedes egoístas, por favor

Tenga la edad que tenga, sea egoísta, por favor, y exija un futuro. Se puede entender que las modas cambian, que las innovaciones introducen revoluciones, pero no se puede entender una sociedad que al faltar el respeto a sus mayores sencilla y directamente está sentando las bases de su propia autodestrucción.

Si usted, lector, está en puestos directivos, sea egoísta y piense en su futuro. Invierta su tiempo en crear valor a largo plazo, no solo a justificar una cuenta de resultados a corto plazo. Si no lo hace, puede ser el siguiente.

Si usted, lector, tiene inversiones empresariales, sea egoísta y piense en términos de rentabilidad. Apartando a cohortes cada vez más jóvenes se está quedando sin inteligencia productiva y sin clientes. Piénselo.

Si usted, lector, es político, sea egoísta y piense en las próximas elecciones. No se puede tener descontento a un tercio de la población y confiar en la reelección.

Si usted, lector, es líder social, intelectual, académico, … sea egoísta y piense en la trascendencia de sus decisiones, posiciones y acuerdos. Tiene la ocasión de pasar a la Historia como un gran arquitecto social.  

Si usted, lector, es simplemente “mayor”, sea egoísta y piense en sí mismo ahora que todo y todos parecen haberle dejado de lado. Cuídese y mantenga el respeto por sí mismo. Eso sí, no se abandone porque la solución no caerá del cielo, al menos a corto plazo. Ponga de su parte para buscar soluciones imaginativas.

Y si usted, lector, es joven, sea egoísta y deje de ver a los mayores como “el enemigo”. Entre otras cosas porque, se ponga como se ponga, lo que ahora construyamos será su propio futuro.

Sea cualsea su edad, joven o mayor, tiene que mantener la convicción de queencontraremos una solución y aportar algo para que así sea. Esto solo puede ser un “trastorno social transitorio”. Se ha de volver a una normalidad intergeneracional o sencillamente no acabaremos bien el siglo XXI. Y para ello, seamos todos egoístas y apostemos por los seniors y por la Innovación Tecnológica y Social. Nos irámejor. Jóvenes, por supuesto, incluidos.”.

Tribuna escrita por Benigno Lacort PeñaCEO Senior Economy Forum y Profesor de la Universidad Europea de Madrid.