La calidad de tus emociones determina tus resultados

La calidad de tus emociones determina tus resultados

Me hago muchas veces esta pregunta: ¿por qué cuándo seleccionamos a un candidato para una organización, nos centramos fundamentalmente en sus competencias técnicas y no en si son o no felices? En mi opinión, subestimamos el impacto que tiene en un equipo una persona alegre, feliz y vital. Es fantástico. Son personas creativas, que buscan soluciones, buenos generadores de equipos y redes, creativas y con una mayor resistencia al estrés y a la frustración. Ser feliz es un concepto muy personal y tiene que ver con las expectativas que tenemos acerca de determinados aspectos de la vida y la realidad. La distancia entre ambas puede generarnos como seres humanos dolor y sufrimiento. 

Llegamos a las empresas, que no dejan de ser sistemas organizados para la consecución de unos objetivos económicos, con nuestra historia personal. La organización, no obstante, puede y debe crear las condiciones adecuadas para desplegar nuestras fortalezas y hacer que nuestro desempeño diario sea “lo más feliz y exitoso posible” a pesar de, nuestros condicionantes personales. 

Gestionar las emociones y hacernos responsables de lo que sentimos es hoy, más que nunca, una prioridad. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que experimentamos cada día, aunque no siempre seamos conscientes. Son de carácter universal, y generan cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta. Nos preparan para poder dar una respuesta adaptativa a esa situación. A lo largo de nuestra evolución como especie, gracias a las emociones hemos podido responder rápidamente ante aquellos estímulos que amenazaban nuestro bienestar físico o psicológico, garantizando nuestra supervivencia. 

Además de esta función primordial adaptativa, las emociones cumplen una función social y otra motivacional. Hoy ya sabemos que el verdadero éxito en la vida no tiene que ver como el cociente intelectual, sino con la inteligencia emocional, entendida como la capacidad que tenemos de tomar conciencia, comprender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. La gestión adecuada de nuestras emociones nos ayudará, en este momento, a tomar mejores decisiones, gestionar mejor nuestros conflictos, ser más creativos e innovadores, ponernos en el lugar del otro, mantener relaciones más enriquecedoras y en definitiva ser más felices. 

Bárbara Fredrickson, que ha abierto una línea de investigación centrada específicamente en las emociones positivas y en su valor adaptativo, sostiene que emociones como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción o el orgullo amplían las posibilidades de pensamiento y de acción de las personas y de construir una “reservas” de recursos físicos, emocionales y/o sociales para hacer frente a los momentos de crisis.

¿Cuál es la clave para conectar con la felicidad y en definitiva tener una adecuada salud mental? Entrena tu cerebro. Tu cerebro está diseñado para la supervivencia y quizá, experimentar emociones que le acerquen a la felicidad no es una de sus características principales. La clave está en ejercitar el cerebro, al igual que ejercitamos el cuerpo mediante el ejercicio físico. Eckhart Tolle dice que “una emoción suele ser un patrón de pensamiento ampliado y energetizado y como su carga energética es a menudo abrumadora, al principio no resulta fácil mantener la presencia necesaria para observarla”. 

En definitiva, que a menos que hayas cultivado tu forma de estar presente, tus emociones se convertirán durante algún tiempo en “ti”. No debes olvidar que son pasajeras y que como la mayoría de las cosas, pasarán. Tus emociones son un reflejo de la mente en el cuerpo, por lo tanto hoy es buen momento para empezar a preguntarte ¿qué estoy sintiendo? ¿cuáles son mis sensaciones corporales? ¿de qué me hablan? No juzgues y no te las tomes demasiado en serio, simplemente conviértete en un mero observador.

Te invito a que te mantengas presente como un observador de tu mente. Simplemente observa y siente lo que significa estar presente. Somos mucho más que nuestros pensamientos o emociones. Si sólo existe el momento presente, entrenar la atención o practicar la conciencia plena a través de herramientas como el mindfulness o la meditación es mucho más que una moda pasajera. Hay muchos estudios científicos que avalan los sustratos neurobiológicos de la meditación y la conciencia plena como vías de atención a la experiencia del momento presente. La conciencia plena o mindfulness conlleva la atención a la experiencia del momento presente y sin juzgar. Disminuye los estados de ánimo negativos, mejora los positivos y reduce los pensamientos y comportamientos rumiadores y de distracción. Afecta la función del sistema nervioso central y autónomo. Mejora la atención focalizada. La conciencia plena proporciona una meta-cognición emocional más adaptativa y una mejor adaptación al estrés en general.

Se ha descubierto que al menos 8 regiones diferentes del cerebro se ven afectadas por la práctica de la consciencia. Es de especial interés el efecto en la región cingulada anterior asociada a la autorregulación y en el hipocampo, parte del sistema límbico asociado a la emoción y la memoria. El impacto que estas prácticas de “salud mental” tiene en la empresa y en la productividad es enorme. Hoy sabemos que la rentabilidad de una empresa (ROI) aumenta en una media de un 30 % cuando instaura políticas de bienestar y felicidad organizacional. También sabemos que el absentismo se reduce de media un 20%. 

Tenemos por lo tanto mucho campo y recorrido para ayudar a las empresas a subirse a esta tendencia que ha llegado para quedarse. Impulsar la felicidad organizacional no es, sino una nueva misión para que las empresas sean más competitivas. Apostar por la felicidad organizacional permite una mayor estabilidad en la vida de una empresa a la hora de retener el talento, de apoyo financiero, satisfacción del cliente y reputación social. El tener bienestar interior, un punto de vista positivo, relaciones afectuosas y trabajar la meditación consciente, fortalece los vínculos y relaciones entre las personas, permitiendo tomar mejores decisiones y formando mejores personas y directivos.

La calidad de tus emociones determina la calidad de tus resultados. Cuando las personas somos felices, tenemos hasta un 33% más de energía y dinamismo. 

Artículo escrito por Silvia Escribano, CEO y co-fundadora de Human Blooming